El mejor partido de la temporada y yo dándole gusto a la vista con los cuerpazos en la cancha, pero pendiente de cada una de sus jugadas; «pues yo espero la mía». Hemos estado separados por algunas semanas por los entrenamientos pero seguro la espera tendrá su recompensa.
Entro hacia los camerinos y están todos
los chicos ya casi listos para salir pero mis ojos lo buscan y no logro dar con él. Pregunto por él,se da cuenta de mi presencia, voltea y me dice.
—Hace
rato que espero por ti. —sonrío y camino lentamente hacia él.
Me
toma entre sus brazos; me besa con
locura, le saco la camiseta y aprecio cada musculo de su abdomen tan bien definido
que no quiero parar de tocar. Con las yemas de mis dedos lo recorro delicadamente
logrando erizar todo tu cuerpo, bajo lentamente hasta llegar a sus pantalones
donde me dedico a desabrochar ese
botón que hace que la ropa sea la única que nos separa.
Tenemos tantas ganas que todo esto nos vuelve locos de pasión.
Tenemos tantas ganas que todo esto nos vuelve locos de pasión.
Rápidamente le bajo el bóxer y su erección es tan fuerte y firme que no hago más
que metérmelo a la boca para saborearlo y demostrarle lo rico que es y lo mucho que me
encanta lamerlo. Al fin estoy en la
parte de su anatomía que tanto anhelaba;
pongo mis manos a cada lado de sus piernas intentando sujetarlas, esa presión
que ejerzo sobre ellas hace que se sienta vulnerable con mis caricias húmedas.
Mi lengua solo sube, baja, lamo y sigo
lamiendo; lo meto a mi boca cada vez más
profundo rodeando su glande con la punta de mi lengua mientras sostiene mi
cabeza para que deje de hacerlo; me
empuja hacia él para que acelere mis movimientos,sé que le encanta ver mi cara
de satisfacción al disfrutar lo que le hago porque sé que falta poco para hacerle
llegar, pero me detiene.
Toma mis brazos llevándome hacia él, siento como
arranca de mi cuerpo la ropa que llevo y me sube al encuentro de mis labios
con los tuyos y de mi sexo con el suyo, disfruta lo húmeda que estoy porque
sabes lo ansiosa que me tiene para que me haga suya.
Esos brazos fuertes, esas manos que me
agarran las nalgas y empiezan a llevar el control de las embestidas, «que
delicioso es escuchar nuestros gemidos»; mis brazos recorren su cuello y
con cada embestida aruño su espalda, me baja y me da la vuelta, yo solo me
dejo llevar.
Coloca su mano en mi espalda y la empuja hacia adelante para poder poseerme, se aferra a mis caderas penetrándome con el
fuego de su miembro, acelera sus embestidas sin dejar de frotar mi
clítoris, siento el orgasmo más intenso produciéndose en mí, no lo logro
explicar, el y yo ahogándonos por una
misma sensación, mi cuerpo se retuerce mientras con sus labios aun húmedos besa
mi cuello.
—Parece
que los premios por las buenas jugadas se cobran, se pagan y se disfrutan aún más,
porque el gol que me acabas de pegar lo veo muy difícil de comparar. ̶ sonrió pícaramente,
pasa sus manos por mis mejillas y me guiña un ojo, esos
que tanto me hacen alucinar cada vez que me mira.